martes, 22 de abril de 2008

Maldita, maldita sea


Por enésima vez seguí la enésima instrucción errada de mi asesor. Haaaaa¡¡¡¡¡¡ hay veces que quiero extrangularlo.

Se le ocurrió la feliz idea de que hiciera un procedimiento 10 veces mas complejo en el cobayo íntegro para ganar un par de escasos centímetros de tejido con la futíl esperanza de subir a magnitudes leíbles lo que estamos midiendo. Por supuesto que nada de lo esperado resultó y de nuevo estuve tirandome de los pelos toda la tarde.

Al carajo, voy a hacer lo que considere que puede salir, si no voy a terminar trasplantandole la aorta del cobayo a un suricata a ver si así vemos algo.

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